Una furgoneta DKW -era un gran avance alemán en España- nos llevaba por los polvorientos caminos riojanos, desde Laguardia hasta Cenicero. A 10 pesetas cada uno, por cuatro que estábamos de la Alava Cantábrica, eran 40. Desde alli un tren con locomotoras de carbón hasta Orduña, para que otro de "cercanías" nos dejara cerca de las casas de nuestros padres... en Luyando y Amurrio. El de Saracho iba en el autobús de Vitoria a Amurrio, si lo pillaba.
Para vover, de la misma guisa... sin quedar por teléfono. Nos veíamos en el tren... o en Cenicero. Teníamos once años... y llevábamos dos "duros" bien cuidados para pagar el taxí.
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